me siento poética hoy, por alguna razón.
tal vez tenga que ver el clima. las nubes grises, la garúa, el viento seco, todo eso me hace querer agarrar mi lápiz y escribir un poema, inclusive recitarlo. qué hermoso poder recitar un poema sentido, cómo olvidar ese calor.
mientras caminaba por las calles cuesta arriba del West End, pensaba en cómo uno cambia dependiendo de dónde se encuentra. siento que automáticamente me vuelvo otra persona viviendo en una metrópoli que viviendo en un playa. los ambientes extraen virtudes y defectos específicos de cada uno, nos obligan a enfrentar otros rostros, unos que no solemos sacar, o que no podemos sacar en otro lado. me siento más seria, más callada, más tímida acá. la ciudad intimida un poco, no voy a mentir, me aplasta, me codea tanto con su rapidez que ni la percibo, que no llego a percibirla en su totalidad. es curioso porque a la vez me hace sentir que todo es posible, ¿posibilidad hay? hay, y mira ese rascacielos que me oculta del sol, mira esa multitud que parece colmena, mira cómo se mueven los objetos y los sujetos tan coordinadamente, tan fríamente perfectos, como si lo hubieran ensayado. espero que el semáforo cambie de rojo a verde, de rojo a verde, se demora demasiado, la gente se me pega, escucho japonés, indio, ¿francés? y verde, ¡verde! salgo disparada, no sé a dónde estoy yendo, ah sí, a la tienda de copias, a la fotocopiadora, y sí, es la fotocopiadora más grande y modernizada que he visto jamás, me río en mi cabeza pensando en Perú y la abismal diferencia entre lo que nosotros consideramos fotocopiadora. en fin, hago lo que tengo que hacer, el día sigue gris, tengo mis copias, cuarenta y cinco, creo que saqué de más, ¿iré a cuarenta y cinco locales? ¿enserio? ¿tanta fe le tengo a mis piernas? me lo cuestiono mientras me doy cuenta que voy caminando cinco kilómetros y aún no he empezado a repartir ningún currículum, y sí, por cierto, eso estoy haciendo en la gran ciudad, ¡estoy buscando trabajo! ¡otra vez! ¡viva!
no sé cómo me siento. me sigo repitiendo que me va a gustar la ciudad, que sí, que tengo que darle tiempo, pero no sé si me lo repito porque ya estoy acá o porque realmente siento que, en su momento, la voy a disfrutar. ¿me veo viviendo acá? sí. me vino ese sí muy rápido y muy decidido. eso es bueno. cuando me veo viviendo en el último piso de un edificio y levantándome con el amanecer de color naranja y púrpura, siento que pertenezco. genuinamente puedo verme teniendo una rutina, sintiéndome una chica de ciudad, podría acoplarme sin problema, claro, pero poder es diferente a querer. ¿quiero ser una chica de ciudad? no lo sé. mientras camino pienso en Barcelona y esto es a lo que más me recuerda estar acá. a ver, ambas ciudades no se parecen en nada, pero la sensación de estar en medio de una ciudad semejante y atropellada de personas y comercios es casi la misma. ¿es tonto estar planteándome estas preguntas? no lo sé, hoy no sé mucho.
sin embargo, me gusta vivir con plazos, con límites. siento que sólo así se puede decidir de manera justa. una cabeza confundida no inspira confianza para tomar decisiones importantes, eso me lo ha enseñado la experiencia. no quiero correr a la primera que mis circunstancias se ajusten, yo no soy así, nunca lo he sido. algo en mí me dice: quédate. y no por querer, sino por saber que en medio de la dificultad es donde uno crece. claramente me quiero ir, ahorita todo está en el aire, literalmente todo, eso le dice a mi cabeza acá no es seguro, y por eso nacen estas ganas de salir corriendo. ahorita mi situación es parecida a la de un flotador perdido en el mar, no sé por dónde, no sé hacia dónde, solo sé que puedo seguir flotando, inclusive hasta en la marea más fuerte, y más tarde que nunca, encontrar tierra.
esto me deja con dos conclusiones. una es que la incomodidad siempre va a asustar, y por ende, va a crear pensamientos de auxilio en nuestra cabeza, como si estuviéramos en alguna escena de crimen, en peligro. eso es falso. me recuerdo que eso es una gran mentira y que gracias a esa incomodidad es cómo yo recuerdo que sólo así uno aprende y se expande, sólo así desbloqueamos nuevos niveles de claridad y confianza. la segunda conclusión es que si bien es cierto hay que apretar en medio del caos, también hay que saber cuándo parar. existe una diferencia entre probar y forzar. a veces forzamos una situación en específico por miedo a intentar nuevas opciones, a veces somos tercos y lo confundimos con perseverancia. nadie puede confundir estas dos más que uno mismo. solo nosotros sabemos cuando estamos ignorando las señales, cuando los resultados nos indican que, tal vez, es hora de intentar otra fórmula. esto es muy intuitivo, muy personal. son corazonadas, eurekas que necesitan ser estudiados, los plazos internos son los que dictan el resultado. sí, hay que intentarlo hasta cansarnos, pero hay que intentarlo de todas las maneras posibles, y de ahí, cuando hayamos agotado todas nuestras opciones dentro de nuestros plazos límites, volver a tomar una decisión.
ese es mi sistema, al menos. no sé si les funcione a los demás, espero que sí. a mí me ayuda a pensar, a redireccionar y pedir guía. si leyeron mi carta pasada, hablo mucho sobre Dios, pues siento que Dios está presente acá también. le comparto todo, le pido señales, ¿voy bien? demuéstramelo. aprendí a jugar y mezclar mis plazos límites con su ayuda, nunca hay pierde, inténtenlo.
no sé muy bien en qué resumir este escrito. en mi cabeza sigo caminando por las calles del West End, sigo sintiéndome diminuta hasta que, sin pensarla de más, decido entrar a una tienda de ropa y preguntar do you guys have any jobs available at the moment? y les juro que cada vez me sale mejor.

espero te haya gustado la carta de hoy. si fue así, déjame un comentario, like, compartir (!!!), carita feliz y no olvides mencionarme como @camisiente en redes.
y si aún no estás suscrito —recuerda que gracias a tu apoyo este proyecto creativo existe— te invito a suscribirte a afinándome.
puedes optar por ser un suscriptor gratuito y recibir cartas ocasionales… O HEAR ME OUT, convertirte en un suscriptor de pago [solo 5 usd por mes] y recibir cartas semanales, atender a los workshops creativos todos los meses y ser parte de la comunidad de afinándome.
[créeme, no te vas a arrepentir]
afinándome es mi newsletter donde comparto ensayos sobre la exploración del ser, la escritura y la vida.
¿sabes qué significa eso? que gracias a ti puedo continuar escribiendo y llegar a más personas con mis palabras. esos 5 usd ayudan a que tenga más tiempo libre y pueda dedicárselo a mis proyectos creativos.
te dejo mi instagram @camisiente donde puedes enviarme un dm y contarme lo que te pareció esta carta o cualquier duda que tengas.
mi tik tok donde subo casualmente video poemas, vlogs, reflexiones.
y por último, mi correo camisiente@gmail.com, si quieres contactarme para alguna colaboración o hablarme sobre cualquier tema que viste por aquí.
salud por las buenas amistades.
xoxo,
cami.