Lo que quieres no siempre es lo que necesitas
Viajar por tres años no soluciona tus problemas.
Me lo digo a mí misma en mi cabeza mientras cruzo el parque frente a la casa de mis papás. Camino pensante, lenta, sin muchas ganas, moviéndome por inercia hacia el café que conozco desde que tuve siete, u ocho, no recuerdo. Mientras camino, veo cosas en mi cabeza, muchas cosas. Veo una imagen del mar casi blanco, inmenso, y me observo a mí misma sumergirme bajo ese mar, se revientan olas sobre mí, saco mi cabeza y veo esa mezcla maravillosa de rosados, naranjas y celestes, y también un morro gigante y verde y frondoso a lo lejos, y floté, floté, floté hasta que dejé de diferenciar el mar del cielo, y esto se siente maravilloso, se siente maravilloso, como si ya hubiera estado aquí y no me saquen nunca de aquí, no me saquen nun… ¡pooooooon! un Nissa Picanto para bruscamente frente a mí y empieza a maldecir cosas que no puedo escuchar; bendita sea tener audífonos. Lo ignoro elegantemente, y continúo caminando por el parque, por mi presente actual.
Pienso en mis decisiones, las más importantes que he tomado, y cómo ellas me conducieron a todos los momentos en los que necesitaba estar en mi vida. La palabra necesitar es interesante, para que cumpla su función debo estar cumpliendo alguna necesidad aquí. La pregunta es ¿cuál? y ¿hasta cuándo? Suena a que estoy haciendo las preguntas incorrectas. A veces quiero tomarme un avión de regreso a Australia mañana mismo, y otras veces quiero ser paciente. Más paciente. Pensaba que sí lo era, una mujer paciente, pero con el pase de los días, descubro que tengo que forzarme a serlo y a calmar mi impulsividad a decidir erróneamente. Otra pregunta que se me pasa por la cabeza es ¿qué realmente busco? aunque siento que la he respondido toda mi vida. En Australia me di cuenta que no bastaba con solo viajar. A ver, déjenme explicarlo. Las personas que hemos vivido viajando gran parte de nuestras vidas, o al menos por largas etapas, sabemos que viajar es una actividad que evoca descubrimiento. Siempre estás pensando en ¿qué cosas nuevas voy a descubrir hoy en el mundo? y eso lo convierte en siempre expectante, siempre con una sensación de ilusión y libertad y asombro por algún lugar, comida, costumbre, clima, arquitectura, religión, estilo de vida, vestimenta, hábito, flora, fauna, you name it. El constante descubrimiento se convierte en un mecanismo mental de vida. Siempre fui una viajera asombrada, y relacionaba mucho ese descubrimiento del mundo, conmigo. Pensaba, ¿cómo es que aquello que descubrí hoy me ayuda a descubrir un poco más a la mujer que soy y deja huella? Era imposible no encontrar los puntos en común, era como parte de la tarea de viajar.
Pero como todos sabemos, las personas cambiamos, y cambiamos aún más en ruta. Hay que ir a buscar esos espacios de solitud transformadora y crear compartimentos emocionalmente seguros en sitios que estás viendo y transitando por primera vez. Hay que usar la antorcha e ir al bosque como quien sabe que es de vida o muerte auto descubrirse y descifrar la próxima pieza del rompecabezas. Sí, a veces pienso como Pizarnik también: Yo no pedí nacer en forma de signo de interrogación.
El viaje es una actividad enriquecedora en todos lo sentidos, pero como dije, también tiene sus etapas. Al principio pensé: esto, esto es lo que quiero hacer toda la vida. Acto seguido: Extraño un poco la rutina, y sentirme familiar en mi entorno. Acto seguido: Vamos, que la vida es una. Acto seguido: No quiero salir de mi habitación por una semana. Acto seguido: Extraño a mi mamá. Acto seguido: Quiero hacer esto por un tiempito más. Acto seguido: Me siento tan sola.
Algo así me sucedió. En medio de tanto movimiento e inestabilidad y falta de tiempo para escribir y hacer lo que me ilusiona, me encontré a mí misma anhelando un hogar, una sensación de pertenencia a algún punto en el mundo, a personas, al calor de un vínculo real, a una sensación de propósito y sentido con mi trabajo, a crear una vida estable y tranquila y familiar y poder mirar al lado y saber a quién estoy viendo. Creo que ese es el punto al que quería llegar desde un inicio, la libertad desmesurada crea falta de pertenencia en el día a día, y por más hermoso que eso se siente al inicio, después de tres años de aventura, cambios, y desplazamientos, no lo quiero más por ahora.
Han pasado dos meses desde que dejé de viajar y volví a Perú, y a veces mi mente me juega en contra y me presenta la idea de volver a viajar de forma tan atractiva que estoy a punto de cliquear COMPRAR a un pasaje de solo ida. Nunca he sido tan impulsiva, más bien soy una viajera estratégica. Eso me salva. Y también recordarme que ya he estado ahí, y que volver a ese estilo de vida no es lo que necesito ni me ayudará a encontrar las respuestas incómodas para evolucionar y subir de nivel en mi vida.
Estar conmigo, en silencio, calma y espacio mental, sí. Abrazar a mi madre todos los días al despertar, sí. Comer un ceviche bien ácido, sí. Visitar a mis abuelos a cinco minutos de casa, sí. Escribir desde este café, sí.
Me encuentro mirando hacia arriba, siempre hacia arriba, esperando a Dios asomarse por alguna nube y decirme el siguiente paso. Por momentos ya lo sé, por otros dudo. Por otros puedo leer la palabra paciencia en alguna publicidad en la calle.
Tal vez desee la idea de regresar a Australia, pero como escribí al inicio: lo que quieres no siempre es lo que necesitas.
Escribir esto me ayudó a recordarlo.
Con amor y calma,
C.
OBTÉN ACCESO A LA ÚLTIMA EXPERIENCIA CREATIVA
La grabación de “Los sueños se escriben” estará disponible TODO el mes de Febrero para las mujeres que no pudieron asistir. Una vez acabe el mes, no podrán acceder más. Y si se sienten llamadas, pero necesitan un pequeño impulso, aquí les dejo algunos testimonios de las diez mujeres increíbles que nos acompañaron a darle inicio a este Atelier Creativo.
Aquí desbloqueas la grabación y mantienes a tu cabeza activada y conectada a tus sueños.
Cualquier duda o pregunta, aquí estoy para ti.
Te mando todo el amor y la mejor energía creadora para que camines Febrero con los ojos y la cabeza bien abierta y anclada al presente.
Con amor y mucha calma,
C.
Si algo de lo que leíste resuena con quién eres o lo que quieres ser o lo que fuiste, por favor únete a nuestra comunidad en Instagram.
Esta es mi cuenta de escritora.
Esta es la cuenta del Atelier.
¿Por qué no seguir a ambas?
Ayúdame a compartir mi mensaje: que más mujeres exploremos y cultivemos el lujo interior mediante la escritura, el arte y las practicas espirituales.