La alarma sonó a las 7AM, auch, sí, y era domingo. Había soñado algo extraño, aún lo recuerdo, no del todo, pero lo recuerdo. Y cuando eso pasa me levanto con una sensación de escalofríos en el pecho, como si al abrir la puerta de mi habitación me fuera a encontrar con la misma realidad que soñé. En fin, salí de cama directo al baño, en el camino al baño pensaba en mi ritual mañanero y cómo últimamente me he sentido exitosa haciéndolo. No he faltado ni un sola vez a mi meditación mañanera, hoy caí en cuenta de que voy en una racha de once días seguidos, ¡once días! Regresé del baño, aún media somnolienta, con la intención de meditar por trece minutos, y honestamente, es un desafío meditar por esa cantidad de minutos pero la idea es esa: desafiarme.
Aún tengo que encontrar un buen cojín para meditar, hacerlo desde el borde de mi cama corre el riesgo de que me quede dormida a mitad de la sesión. Hoy hice una meditación de visualización y fue maravillosa. ¿Qué visualicé? A mi misma escribiendo, y no cualquier cosa, escribiendo unas páginas de lo que he llamado los últimos tres años mi novela pero no he vuelto a tocar. Las cuarenta primeras páginas de mi novela están escritas en algún archivo de word dentro de la nube. Hice tres copias por si acaso. Esas cuarenta páginas fueron escritas en el 2022 y desde que las presenté como mi trabajo final de máster y decidí que debían “descansar”, no he vuelto siquiera a escribir una palabra. Desde hace unos meses, la novela está en mi radar mental. Es como si Dios fuera el director de la película de mi vida y en 3 2 1 ¡ACCIÓN! Unos hilos bajaran desde el cielo atrapando mis brazos tal cual una marioneta y me guiaran, lentamente, hacia mi escritorio. Pero siempre algo corta los hilos. A veces es “no es el momento aún” o “cuando me mude a un monte en Bali” o “cuando tenga más dinero y no tenga que preocuparme por eso” o “no quiero terminar hiriendo a nadie”. Por alguna razón, la novela es el gran proyecto de mi vida que aún no logro continuar pero me persigue —casi— todos los días como si mis segundos restantes estuvieran contados.
Sé también que es el miedo al perfeccionismo, el miedo a no escribir la novela que en mi cabeza se ve tan clara y tan colorida y tan llena de texturas y olores que es imposible no sumergirme en ese escenario y perderme. La novela, en cierta forma, es mi propia historia. Es la raíz de mis pensamientos no expresados, la consecuencia de ellos y su transformación en emociones enterradas en algún lugar profundo de mi interior. La novela es una respuesta a las injusticias emocionales de mi vida, a todo lo que no tuve la chance o la suerte o las palabras de decir en su momento, cuando sí pude haber cambiado el rumbo del presente, o al menos algo. En todo este tiempo la he colocado en un pedestal, hasta se siente mística cuando la menciono frente a las pocas personas que saben de ella.
Hablando con mi madre, me di cuenta que ahora, justo ahora, estoy en el momento perfecto y preciso de desempolvar el archivo de word y pedirle a Dios palabras. Soy tu instrumento, le digo siempre. Y me gusta pensar que pone las palabras necesarias en mi cabeza tal como si fuera algún hechizo espiritual. También es un llamado recurrente y cada vez más fuerte, ya no veo hilos bajando desde el cielo, ahora son tenazas que me sujetan en el aire y me sueltan en el lugar que me corresponde escribir. ¿Han visto esa máquina de peluches en las ferias o parques de diversión? Donde metes una moneda y tienes un solo intento de atrapar cualquier peluche usando solo los botones de la máquina. Bien, exactamente así.
Pienso en la frase que dice algo así: el nivel de resistencia que sientes hacia un deseo es proporcional a su posibilidad de cambiarte la vida. Me conmueve leerlo, quiero creer en ella, quiero creer en la piscina de peluches y en la fuerza de Dios que vive en mí y que veo y escucho todo el tiempo.
Suspiro y me dejo caer en la silla frente a mi escritorio. Pues después de meditar, me vine directito a escribir estas palabras. Si hay dos cosas que cualquier escritor necesita son estas: disciplina y compromiso con su proyecto de escritura. No hay mucho más que agregar. El escritor/la escritora escriben. En mi experiencia personal de vida, no nací disciplinada y soy de esos seres humanos con miedo a comprometerse en la vida (aunque en el último año he ido mejorando). Practiqué básquet, vóleibol, toqué el órgano, me metí a clases de pintura y nunca encontré el suficiente interés como para continuarlo. Mi último vínculo amoroso no se concretó por mi inherente miedo a comprometerme con alguien más. Por pensar en alguna parte de mi subconsciente que no puedo, que no soy capaz. Fue doloroso, a veces aún lo es. Pero —y no quiero sonar cliché— escribir me ha permitido desmentir todas esas creencias que tenía sobre mí misma. Escribir es mi única evidencia de que sí puedo ser disciplinada y sí puedo ser constante. Mírame, aquí estoy, escribiendo después de tres años en este newsletter, habiendo publicado dos poemarios y con cinco capítulos de una novela. Escribir me ha demostrado que soy capaz de terminar lo que empiezo y que sí puedo hacer cosas difíciles. Para algunos es correr, para otros es madrugar, para otros es estar solos. Para mí —y tal vez para ti— es la escritura.
No olvidemos porqué, en primer lugar, decidimos sentarnos y darle lugar a la auto expresión.
En resumen, mi ritual mañanero se divide en:
Abrir los ojos
Meditar
Escribir
Así me encanta, simple, contundente, y al grano, a hacer lo que dijimos que íbamos a hacer.
¿Y la novela? Me encantaría escribir que inmediatamente abriré el archivo de word y me pondré a escribir el siguiente capítulo, pero no es verdad. La novela sigue como una ventana abierta en mi cabeza, presente pero arrinconada. Tal vez tenga más información en la siguiente carta. Mi cabeza y yo tenemos que conversar sobre nuestro plan de disciplina. Porque si algo sé es que no quiero fallarme. Ya no.
En cuanto a lo que estoy haciendo con el resto de mi tiempo se basa en una cosa y si me lees regularmente, ya sabes qué es. Nuestra primera experiencia creativa en Perla & Mar: LOS SUEÑOS SE ESCRIBEN.
Es una sesión de escritura guiada y visualización en donde vamos a conectarnos con la energía de nuestros deseos mediante visualizaciones guiadas, identificar bloqueos y posibles miedos que estén perjudicando nuestro camino, y establecer los pasos necesarios para acercarte a donde quieres estar. Todo, por supuesto, haciendo uso de la escritura.
Uno de mis recursos MÁS importantes en la creación de este taller es el fascinante libro de Shakti Gawain “Creative Visualization”. No les puedo describir el nivel de detalle que la autora pone en sus ejercicios y que —por supuesto— traeré a nuestra sesión.
(Y sí, a mi me viene a pelo con la novela)
¿Cuándo? Sábado 08 de febrero.
¿Hora? 11AM —2PM (LIM/CDMX)
¿Dónde? Zoom.
INSCRÍBETE AQUÍ. CUPOS LIMITADOS.
Precio early bird se acabó el sábado.
Las espero queridas. Cualquier duda o pregunta, aquí estoy.
Eso es todo. Me voy a desayunar que mi estómago ruge.
Con amor y energía,
C.
Si algo de lo que leíste resuena con quién eres o lo que quieres ser o lo que fuiste, por favor únete a nuestra comunidad en Instagram.
Esta es mi cuenta de escritora.
Esta es la cuenta del Atelier.
¿Por qué no seguir a ambas?
Ayúdame a compartir mi mensaje: que más mujeres exploremos y cultivemos el lujo interior mediante la escritura, el arte y las practicas espirituales.
¡Me encantó! Te deseo mucha paz y buenas vibras con tu novela. Me has motivado mucho a crearme un ritual de escritura. Gracias.
“A hacer lo que dijimos que íbamos a hacer” Quiero que sepas que esa frase es mi fondo de pantalla hace meses. No siempre lo logro pero por lo menos lo intento. Me gustó mucho este texto y me hizo pensar en mis rituales. Gracias.
Saludos